Sufrir es la razón de la existencia viene a decir Unamuno en Del Sentimiento Trágico de la Vida. Emile Cioran remacha esta idea. «No es por el genio, es por el sufrimiento, sólo por él, que uno deja de ser un títere». La Liga del Athletic es un tránsito hacia el reforzamiento de la personalidad de todos los componentes del equipo rojiblanco. Si salen de esta y se cumple el pensamiento de Cioran, los futbolistas van a adquirir una dimensión estratosférica.Incluso serán mucho más listos, más abiertos de mente: «El sufrimiento es un instrumento de conocimiento», decía el pensador húngaro.Cada partido que pasa, el cociente de inteligencia aumenta en las gradas, en el campo y en el banquillo, porque el sufrimiento llega cada tarde o cada noche de partido a fronteras casi insoportables. El público va a terminar esta temporada siendo mucho más listo que al comenzar el curso. Será difícil que a los socios del Athletic se las den con queso en el peso de la merluza, o al comprar un coche de segunda mano, salvo que el pescatero o la comercial del concesionario sean también rojiblancos de espíritu. No hay constancia de que ni Unamuno ni Cioran se preocuparan demasiado por el fútbol. El escritor húngaro pretendía estar en las cumbres del pensamiento mientras que el bilbaino, a pesar de tener como sobrino carnal al mítico Pichichi contemplaba más el deporte como una fuente de salud que como un espectáculo de masas. Además le tiraba bastante la pelota vasca antes que el balompié, el neologismo que se inventó Mariano de Cavia para denominar al deporte emergente cuando un grupo de jóvenes entusiastas del deporte le pidió consejo para denominar al equipo de foot ball que deseaban promover. No sé que hubiera dicho Unamuno en tiempos como éste de fútbol revuelto en Bilbao, con el público solivientado por las cosas que tiene que ver en vivo en San Mamés y a través de la televisión en los demás campos de Primera División, con Bizkaia entera encendida por una situación inesperada y que se enquista. Tal vez Cioran hubiera bajado de su nube filosófica el el hipotético caso de tener un carné rojiblanco en el bolsillo. Tardes como las de ayer, con el penalti fallado una vez más, con el gol de un equipo que parecía muerto, son insufribles de verdad. En un día que llegaba con noticias de esperanza, la desazón llegó a las ocho y media y algunos corazones empezaron a latir al ritmo irregular de la temporada. Que los bilbainos tienen el músculo cardiaco a prueba de bombas lo demuestran cada domingo o cada miércoles de partido. El empate del minuto noventaitantos es sólo otro capítulo del sufrimiento al que por desgracia nos acostumbra este equipo, que muchas veces, por decisión de su entrenador, juega con diez o con nueve, aunque haya once sobre el campo.En la Catedral del fútbol resuenan de nuevo aquellas palabras, las últimas en público de Miguel de Unamuno en la Universidad de Salamanca ante el salvaje Millán Astray que había gritado «¡Viva la muerte!» «Este es el templo de la inteligencia y yo su sumo sacerdote y estais profanando el recinto». Como en San Mamés, cuando aflora el antifútbol y se enquista el sufrimiento, el aficionado, con sus silbidos, le grita a Clemente aquello de Unamuno: «Vencereis, pero no convencereis».
Artículo publicado el 23 de marzo de 2006, cuando el Athletic luchaba por mantener la categoría durante el "bienio negro"