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Lo último de lo último en best sellers de intriga se titula «El código Da Vinci». Se vende como churros en las librerías y despierta amplio interés en Internet. El buscador Google remite a 14.700 referencias que hablan del libro. La trama mezcla asesinatos, misterios, al Vaticano y al Opus Dei, y se centra en una sociedad oculta denominada El Priorato de Sión, que guarda el secreto del Santo Grial. La trama comienza y termina en París, bajo la pirámide acristalada del Museo del Louvre, un símbolo también oculto que tiene un significado para los miembros del Priorato, fundado por los Templarios y uno de cuyos miembros más relevantes, a lo largo de los tiempos fue Leonardo Da Vinci. Precisamente, en torno a sus cuadros, y a los misterios que ocultan, se centra parte de la intriga del libro, que tiene un reflejo en Bilbao y en el Athletic, en el «Código Pichichi». Porque San Mamés esconde también sus misterios, sus intrigas, sus arcanos.Existen secretos inconfesables que, al parecer, sólo el Gran Maestre rojiblanco, en este caso Ignacio Ugartetxe, es capaz de desvelar, pero por mor de su cargo, y como es lógico en una sociedad secreta, no lo hace.Fíjense en los paralelismos. En París, la pirámide del Louvre tiene un significado como, al parecer la tiene, el arco de San Mamés, que permanece inamovible en su sitio a pesar de que desde 1981 ya no cumple ninguna función. Sirvió en su tiempo para sujetar las tribunas, apoyado sobre los palcos, que desaparecieron, pero ahora no sujeta nada. Y sin embargo sigue ahí. Claro que si se traza una línea imaginaria desde su puntó más alto y en vertical, esa perpendicular cae, exactamente, sobre el asiento en el palco de Ignacio Ugartetxe, el Gran Maestre, el guardian de los dos secretos mejor guardados desde la aparición de la Virgen en Cova de Iria, a los tres pastorcillos, en lo que se denominó el milagro de Fátima. El primer secreto se refiere a los espectadores que acuden cada domingo a San Mamés. Desde que se colocaron los tornos en las puertas, el club conoce en el descanso de cada partido, el número exacto de asistentes al campo. Si se fijan en las fichas de los periódicos, en casi todos los campos aparece la cifra exacta de aficionados. Suele ser normal leer: El Sadar, 15.567 espectadores.En San Mamés nunca lo sabrán. Las cifran se daban, hasta hace unos años, por aproximación. Un propio se acercaba al micrófono en la sala de prensa, mientras los periodistas esperaban a los entrenadores, y decía: «Han asistido 20.000 personas», y se podía creer o no. Ahora, ni eso. Hay que calcular a ojo. O contar piernas y dividir por la mitad. Nadie pediría, por decir algo, el número de entradas vendidas, o la recaudación, Dios nos libre, no vaya a ser que se entere uno de los principales patrocinadores del club, la Diputación de Bizkaia, o su departamento de Hacienda. Pero así, de primeras, da la sensación de que es eso precisamente lo que se desea conseguir. También con el segundo misterio parece que se quiere evitar que algún funcionario con malas pulgas meta la nariz. ¿Cuántas camisetas del Athletic se venden al año? Top Secret. Bocas cerradas, miradas de soslayo. Te das la vuelta y escuchas risillas apagadas. El Madrid dice que vende un millón, el Barça da sus cifras. Todos los clubes difunden ese dato que, por otra parte, suele servir de gancho para vender más. Pero el Athletic no. Como para preguntar por la cifra de venta de las tiendas Athletic. Así que con tanto secreto, da la sensación de que el fútbol sólo es una tapadera. Que El Priorato de San Antón que supuestamente fundaron Telesforo de Aranzadi y Miguel de Unamuno, ilustres tíos de Rafael Moreno, Pichichi -recordemos: fallecido muy joven de forma misteriosa, aunque la versión oficial hable de ostras en mal estado-, sigue existiendo, y que, en definitiva, que Javi González se despiste para que Salva marque en el último minuto no es más que una excusa.Que lo que realmente importa es guardar los secretos, y revelarlos al sucesor, sin dar pistas. Tal vez por eso, cuando después de la última reunión plenaria de la junta directiva, alguien pidió que se juntaran todos para hacer una foto, los solicitados se negaron. Hay demasiadas similitudes entre el Código Da Vinci y el Código Pichichi. Recordemos que el fresco de la Ultima Cena pintado por el genio florentino, según la novela, desvela muchos datos ocultos. La foto de los directivos podría haber hecho lo mismo. Incluso destapar a los Judas.

Artículo publicado el 15 de marzo de 2004 en relación a dos secretos que el club guardaba con sigilo: el número de localidades ocupadas en cada partido y el de camisetas vendidas en las tiendas oficiales.

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El Código Pichichi

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