La Operación Retorno de 1934
Hay historias nuevas e historias antiguas que se entrelazan. La nueva, que se puede consultar a través de internet, habla de un chaval mexicano que vive ahora en San Antonio (Texas). Su vídeo se puede encontrar en la red: "El niño futbolista, campeón mundial del futuro". Se le ve hacer malabarismos increíbles con la pelota, vestido con una camiseta del Barça y otra de la selección mexicana. Se llama Pollín Tamayo.
El niño, que por la antiguedad del vídeo, debe ser ya casi un adulto, es biznieto de Nemesio Tamayo Bedarona, bilbaino y exjugador del Athletic, precursor de lo que muchos años después, cuando José Antonio Eguidazu contrató a Churruca, Irureta, Lasa o Zabalza, se comenzó a denominar Operación retorno.
La historia del niño es una anécdota; la del bisabuelo, una gran aventura que comenzó en Bilbao, su lugar de nacimiento, en 1907. Tenía ya una hermana mayor, Petra, que junto con sus padres se embarcó rumbo a Chile en busca de un futuro mejor. Nemesio quedó al cuidado de sus abuelos maternos en su casa de la calle Apioza de Bermeo; los paternos eran de Pradoluengo, en Burgos.
Allí, por las calles cercanas al puerto bermeano, Nemesio jugó sus primeros partidos de fútbol. Aquellos compañeros de balón se enrolarían poco después en los pesqueros de bajura y de altura. El también cogió un barco, pero iba más lejos. Tenía 14 años.
Embarcó en el vapor Oronsa, en el puerto de La Pallice, en La Rochelle (Francia). Sus padres lo añoraban, y quien más suspiraba por él era su hermana, así que el marido de ésta le envió un pasaje. El barco atravesó el Cabo de Hornos y atracó en el puerto de Talcahuano. Allí, un empleado de confianza de su tío, apodado Farruco, acudió a buscarlo. Durante unos días lo mantuvieron oculto en una pensión de Temuco, unos 300 kilómetros más al sur, y el lugar de residencia de su familia. Era diciembre. El día de Navidad de 1922, cuando todos estaban reunidos para la cena, los padres de Nemesio y el marido de su hermana, se levantaron y le dijeron a Petra: "Queremos que este día sea completo y feliz para tí". Entonces apareció Nemesio.
Fue el reencuentro soñado por los hermanos. Unos días más tarde, Nemesio fue matriculado en un colegio religioso y pronto comenzó a destacar en todos los deportes, sobre todo en el fútbol, así que su tío, de origen andaluz, que se había convertido en su mentor, se recorrió con él los 700 kilómetros que les separaban de Santiago para que hiciera una prueba con el equipo de la Unión Española. Allí se quedó. Fue en 1926. Al año siguiente, Tamayo ya pertenecía al primer equipo, que capitaneaba Juan Legarreta, un irunés que había ganado la Copa del Rey de 1918 con el Real Unión, y que emigró a Chile en 1920.
Tamayo tenía espíritu de trotamundos. Después de jugar en la Unión Española como defensa, fichó por el Santa Laura y después, por el Audax Sportivo. Con ese club, durante una gira por México, conoció a una chica, Josefina Vega, que después sería su esposa.
En 1933, un directivo del Athletic, Luis Casajuana, viajó a Chile y Argentina para visitar a sus familiares. Allí le hablaron del vasco Tamayo, futbolista de Bilbao, que destacaba por su potencia y su buen juego. Acudió a verlo y después informó al presidente, José María Olabarria, que comenzó a establecer discretos contactos con el futbolista y su club. Hasta que el 1 de septiembre de 1934, el periódico deportivo Excelsius, informaba de que "ayer noche desembarcó el jugador sudamericano Tamayo en el muelle de Bilbao, para ingresar en las filas del Athletic".
El periodista no tenía demasiadas referencias: "Dado el silencio que se ha guardado con respecto a este equipier, no sabemos qué puesto deberá ocupar en el Athletic, pero sí podemos adelantar, siempre ateniéndonos a las referencias fidedignas que tenemos del americano, que su concurso servirá para mejorar notablemente el valor conjunto del equipo bilbaino". Y seguía: "Bienvenido no más, ché... Sin embargo, nada de ché. Tamayo es un americano falsificado, pues lo cierto es que se trata de un bilbaino residente hace muchos años ya en América".
Apenas ocho días más tarde, Tamayo debutó como jugador del Athletic en un partido amistoso jugado en Santoña contra el Donostia (el nombre de la Real Sociedad durante la República), pese a que en los archivos del club figura otro partido como el de su debut. Sin embargo, las crónicas de los periódicos aclaran que aquel 8 de septiembre, Tamayo formó de central junto a Oceja. Según Excelsior, "El Athletic probó a Tamayo, quien rindió un resultado satisfactorio".
Su primer partido oficial fue un choque de la Copa Vasca ante el Alavés, y la primera vez que jugó en San Mamés fue en el primer partido de Liga de la temporada 1934/35, frente al Oviedo. Formó en la defensa con Calvo. El Athletic ganó 4-0 y todos los periódicos eran unánimes al destacar la actuación de Tamayo como una de las mejores del equipo.
Sin embargo, no volvió a actuar hasta la cuarta jornada frente al Sevilla, de nuevo en San Mamés. Otra vez ganó el Athletic y, misteriosamente, Tamayo ya no jugó ningún partido más con la camiseta del Athletic. Oceja, Urkizu y Calvo se alternaron en la defensa. No existe explicación para la decisión de Patricio Caicedo, el entrenador rojiblanco aquella temporada.
Quizás aburrido por no jugar en el Athletic, Tamayo regresó a Chile y se enroló en el Colo Colo, donde consiguió ganar invicto el campeonato de 1937. Después, el fútbol, su espíritu inquieto y también el amor, le llevaron a México, donde fichó por el Real Club España. Allí tuvo su último contacto con el club bilbaino, ya que disputó un partido frente al Athletic el 18 de agosto de 1935, en una decepcionante gira de los rojiblancos, que se embarcaron hacia tierras mexicanas.
El choque acabó 3-2 para el Athletic, entre las almohadillas lanzadas por el público ante el "aburrido" juego de ambos equipos. Tal como apuntaba el diario El Informador de Guadalajara, "hay que hacer notar que como el público espera ver al Athletic en forma que correspondiera a la propaganda hecha y en vista de los precios tan elevados que han puesto, los silbó desde que hicieron su presentación en el campo".
Tamayo ya no regresó a Bilbao, y a Chile lo hizo sólo de visita, la última en 1962, como relata Nemesio Toribio Tamayo, el hijo de su hermana Petra. Se afincó en México, siguió jugando al fútbol y después se hizo entrenador. Fue el primero en dirigir al Chivas como club profesional. Era un técnico exigente: "Era chileno, muy duro, le gustaba que castigáramos a los rivales. Nos entrenaba la condición física y antes del partido, nos decía: Éntrenle duro, nada de sacarle. Y yo le entraba, no había delanterito que se me fuera", decía uno de sus jugadores en 1943.
Su carácter le llevó en una ocasión al calabozo, cuando era técnico del San Sebastián. Después de un fuera de juego en contra de su equipo, arremetió contra el juez de línea y contra un defensa del equipo rival que acudió en su ayuda. Les pegó a los dos, tuvo que pasar la noche en una celda, y además la Federación Mexicana le suspendió de sus funciones durante un año. No debió ser el único culpable, ya que el linier también fue castigado con dos meses de sanción.
En 1958, en sus últimos años como técnico, en el Irapuato, tuvo un enfrentamiento con Óscar Contreras, un jugador de su equipo, que se lanzó a por él en el vestuario. El club decidió expulsar al futbolista.
Nemesio Tamayo Bedarona, nacido en Bilbao, criado en Bermeo, que se hizo hombre en Chile y jugó en el Athletic, falleció en Guanajuato , en 1992, aunque ninguna enciclopedia del fútbol ha dado cuenta aún de su óbito. Su biznieto, Pollín Tamayo, prefiere la camiseta del Barça.
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