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Mister Pentland, el prisionero / 6


El fútbol servía para aliviar las penas de los reclusos que apenas unos días más tarde, el 22 de marzo, organizaron una reunión entre representantes de todos los barracones para formalizar la creación de la Ruhleben Football Association. El 26 de marzo se constituyó formalmente. Los barracones eligieron como secretario de la asociación a John Cameron y como presidente a Frederick Beaconsfield Pentland, un hombre siempre positivo incluso en las circunstancias más adversas. Años después recordaría su internamiento incluso como un caso de buena fortuna. "Mi experiencia me obliga a creer en la suerte, porque yo he sido uno de los más favorecidos por ella. Una lesión en una pierna terminó con mi vida de futbolista en mayo de 1914. Unas semanas después fui a Alemania contratado como mánager, y en agosto del mismo año estallaba la Gran Guerra. No pude volver a mi país y pasé los cuatro años que duró la gran matanza en una cuadra de caballos. Si no hubiera sido por mi lesión de la pierna, quizá me contaría hoy entre los cuatro millones de hombres ­–mejores que yo, desde luego- , que perecieron en la catástrofe".

Dos días después de la reunión constitutiva, para celebrar la creación de la asociación de fútbol, se organizó en el campo el primer gran partido, a pesar de que los entusiastas miembros de la organización no contaban aún con todo el material necesario. Aún así, se disputó ese choque para el que los prisioneros invitaron al Barón Von Taube, el comandante alemán del campo de concentración, y su "dulce esposa". Según el libro de Pentland, "prácticamente todos los habitantes del campo acudieron a presenciar el partido". Por el equipo denominado Ruhleben jugaron Powell; Mills, Young; Miller, Wolstenholme, Brearley; Pentland, Bloomer, Cameron, Dutton y MacGraa. En el denominado "Resto", actuaron Palin; McGill, Gillespie; Harris, Richards, Warner; Henson, Perry, Dixon, Garden y Maw. Arbitró John Swift. El resultado fue de 4 a 2 a favor de "Ruhleben". "Después de los primeros partidos jugados junto al Tea House, en un campo de 40x20 yardas, 'incluídos algunos arbustos y varios bancos de arena', jugar en un campo de medidas reglamentarias fue una delicia", que Pentland comparaba a "comerse una fruta exótica y refrescante".

Entre los componentes del equipo de Ruhleben aparecía el nombre de Edwin Dutton, el hijo de una pareja de inmigrantes ingleses que se habían establecido en Alemania. Su padre, Paul, fue uno de los introductores del fútbol y el criquet en aquel país. Edwin jugó en el Britannia Berlin 92, el BFC Preussen y emigró a Inglaterra para enrolarse en el Newcastle, antes de regresar al Britannia, en el que tenía de entrenador a Steve Bloomer, aunque tuvo dificultades para volver a jugar ya que había sido profesional en Inglaterra, y en Alemania la competición era aún amateur. También había debutado con la selección alemana, con la que disputó un partido frente a Hungría en 1909. Dutton vivía en Berlín, en el número 42 de Blucher Strasse, cuando fue arrestado como muchos otros anglo-alemanes, e internado en el Barracón número 1 de Ruhleben.

Su presencia resultó fundamental para el desarrollo del fútbol en el campo de concentración ya que además de jugar en el Britannia 92, vivía de su trabajo como propietario de un almacén de material deportivo en Berlín. Los responsables británicos de la prisión solicitaron y obtuvieron el permiso para poder acceder a la propiedad de Dutton y que desde allí se enviaran sus existencias a los deportistas recluidos. El material dejó de ser un problema desde ese momento. La cuestión de las camisetas y los pantalones de juego quedó asignada a cada barracón y en la mayoría de los casos, fueron comprados con un fondo que cada uno de ellos recaudaba entre sus habitantes. Pentland confiesa en sus escritos que estar encerrados en aquel campo de concentración generaba entre todos los prisioneros una sensación de desánimo, pero al menos con el fútbol, tenían una oportunidad para distraerse. La perfecta organización que se creó para mantener vivos los campeonatos sirvió para ese objetivo. Una de las primeras normas que instauró la Ruhleben Football Association fue la de establecer un horario para los campos de juego, que se podían utilizar desde las nueve hasta las doce por la mañana, y de dos a cinco por la tarde. "Los delegados", cuenta Pentland, "fueron muy bien elegidos en los barracones y asumieron sus funciones con gran entusiasmo, lo cual aseguró el éxito de la Asociación desde su creación". (CONTINUARÁ)

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