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Mister Pentland, el prisionero / 7


En el primer balance de la secretaría de la Ruhleben Football Association, se indica que el trabajo de sus directivos dio lugar a la creación de dos divisiones con catorce clubes en cada una de ellas, una competición de Copa y la celebración de 16 partidos amistosos en seis semanas. También indica las normas por las que se regula la competición: "El objeto de la Asociación es, en unión con el comité de recreo del Campo, el promover, organizar y controlar el fútbol en el campo civil de prisioneros británicos de Ruhleben". El punto cinco de las reglas señala que "todos los partidos se jugarán bajo la normativa de la FA y la Liga, a excepción de la duración de los mismos, que será de sólo una hora".

También se indica en el siguiente punto que "los jugadores sólo podrán actuar para su propio barracón, o para la unión de dos barracones que, con el consentimiento de la Asociación, se junten para actuar como sólo uno". En cuanto a la alineación de los jugadores señala que "cualquier jugador que ha jugado tres partidos consecutivos en la Primera División está inhabilitado para jugar en la Segunda División en los dos siguientes partidos". El comité de dirección de la RFA tuvo mucho trabajo en los primeros días. Dispuso, en principio, que la inscripción a la Liga costaría 20 marcos por barracón y cinco marcos más, la inscripción en la Copa. También se decidió que los partidos de la Primera División se jugarían por la mañana y los de Segunda, por la tarde.

Pentland dedicaba sus esfuerzos en el campo de concentración a organizar los torneos y a escribir, pero también tuvo momentos para dedicarse a la política. Los administradores ingleses del campo, que crearon diversos negocios, montaron un servicio postal, con emisión de sellos incluida -aunque después fue cerrado-, y trataron de vivir como si formaran un pequeño estado independiente, organizaron también unas elecciones dentro del mismo, y los habitantes del recinto pudieron escuchar los discursos de quienes se presentaban a los comicios en una reñida contienda celebrada en el verano de 1915.

En un gran acto que se organizó para presentar a los candidatos, Pentland subió a la palestra y utilizó su prestigio como futbolista profesional para dar su apoyo a mister Reuber Castang, a quien presentó en su discurso como el candidato a favor del voto de las mujeres, pese a que en el campo sólo había hombres. Según el libro El Campo de Ruhleben, recuerdo de 19 meses de internamiento, escrito por el periodista judío Israel Cohen, la alocución de Pentland fue interrumpida varias veces por gritos de "¡Voto para las mujeres!". El candidato al que el exfutbolista respaldaba, apuntó que, si lo oyeran, las mujeres, las hermanas y las novias de los reclusos, le apoyarían con su elección.

El parlamento de Pentland tuvo algo que ver en la elección de Castang, que ganó aquellos comicios, celebrados el martes 3 de agosto, con 1.220 votos a su favor, por los 924 del propio Israel Cohen y los 477 de Alexander Boss, el tercer candidato. Los habitantes del campo ejercieron su derecho al voto, introduciendo sus papeletas en las urnas improvisadas en latas de café, colocadas en lo que los reclusos denominaban "Ayuntamiento". La prensa alemana llegó a dar cuenta de las elecciones, y según Cohen, malinterpretó las mismas al considerarlas una forma de protesta de los prisioneros contra su país por haber entrado en la guerra. Nada más lejos de la realidad.

Los británicos gozaban de cierta autonomía dentro del campo y, algunos, incluso fuera. El espíritu caballeroso de los habitantes de Ruhleben y el del comandante Von Taube, un militar de la vieja escuela prusiana, permitió que, en ocasiones, algunos internos pudieran salir bajo escolta a comprar productos necesarios a Berlín. Llegó a darse el caso de que el exceso de celo de la Policía berlinesa hiciera que los miembros de algunas de estas expediciones fueran retenidos por "espionaje", hasta que se aclaraba que además de los reclusos, había guardias que les acompañaban. En algún caso, incluso, la dirección del campo permitió la salida de algún interno, siempre que hablara alemán con fluidez, en solitario, bajo palabra de regresar a su internamiento. Todos los que lo hicieron, regresaron. (CONTINUARÁ)

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