De Ibarreche a Zubizarreta
El debate sobre los porteros es cuestión relativamente reciente en el Athletic, debido a la largura de su historia. Se remonta, concretamente, al día en que Andoni Zubizarreta, un 3 de mayo de 1986, viajó a Zaragoza. El creía que se trataba de una visita de cortesía. Le dijeron que el Barcelona estaba interesado en ficharle y que, por lo menos, escuchara la oferta que le iba a hacer Joan Gaspart. Estaba dispuesto a decir que no.
Nada más entrar en la recepción del hotel Don Yo se encontró con otro portero, Vicente Biurrun, que jugaba en Osasuna. Iba acompañado por Miguel Santos. «¿Qué haces aquí?», preguntó Zubi.«He venido a fichar por el Athletic», contestó su colega. «¿Y tú?». «Me han dicho que el Barcelona quiere hablar conmigo».
El mosqueo de Zubi fue aumentando cuando se encontró también con el presidente Aurtenetxe, Apoita, el vicepresidente, José Mari Arrate y Fernando Otxoa. No era una visita de cortesía para decir al Barça que no. Era un traspaso en toda regla. Por 225 millones de pesetas más Biurrun. Cuando llegó a casa, le dijo a su mujer. "No me quieren". Y se fue a Barcelona.
Y ahí empezó el debate en la portería. Biurrun aguantó unos cuantos años, más bien que mal. No era Zubi, pero... Los que vinieron por detrás acabaron sucumbiendo al run run de San Mamés, inmisericorde con los errores de los guardametas. El público de la Catedral estaba acostumbrado desde siempre -desde antes de que se construyera el campo, y ya ha llovido- a guardametas sólidos, que marcaron épocas brillantes en la historia del club. Zubizarreta fue el último de esa saga. El último baluarte. El primer gran pilar de la portería rojiblanca fue Cecilio Ibarreche. El defendió la meta de San Mamés en la segunda década del siglo XX. Era uno más de aquel equipo inolvidable de los Pichichi, Belauste, Iceta, Apón o Seve Zuazo. Jersey de lana, por encima del pantalón, cuellos largos, guantes de cuero, raya en medio, más de 1,80 de altura. Muchos centímetros para la época. Nadie cuestionó su presencia en la portería rojiblanca.«Sereno y decidido, excelente visión de las jugadas, buena colocación», así le le definían los críticos. Fue uno de los artífices de los títulos de 1914, 1915 y 1916.
El siguiente en la lista de guardametas indiscutibles fue Blasco, el más laureado entre los porteros del Athletic. Ganó las primeras ligas y unas cuantas copas a las órdenes de Mister Petland. Fue internacional aunque siempre a la sombra del divino Zamora. Tuvo como suplente a otro gran portero, Ispizua. La portería rojiblanca estaba en buenas manos antes de la Guerra Civil.
Y después, con Raimundo Pérez Lezama, descubierto como portero en Inglaterra, que trajo aires nuevos a la meta rojiblanca. Fue el primero en sacar con la mano, el primer en salir del área a despejar con el pie.
Le sucedió Carmelo, 334 partidos en la portería del Athletic, desde 1950 hasta 1964. Le vieron jugar varias generaciones...Hasta que llegó Iribar. Como Iribar no hay ninguno. Desde 1963 hasta 1980. Cuando Iñaki Lekerika, un jugador del Getxo, le marcó el último gol en un encuentro de Copa en San Mamés que el Athletic ganó 7-1, nadie sabía que se avecinaba un vacío difícil de llenar.466 partidos, 41.551 minutos. 49 veces internacional.
El único futbolista que ha salido a hombros en una final perdida.Fue contra el Zaragoza de los Cinco magníficos (Canario, Santos, Marcelino, Villa y Lapetra), el 29 de mayo de 1966. Como los pistoleros de la película de John Sturges, la delantera maña disparó sin parar sobre El Chopo. Con Iribar, el Athletic perdió 2-0. Sin él hubiera sido una masacre. Ese día se empezó a alimentar la leyenda Iribar. Después del guardameta de Zarauz, sólo Zubi aguantó la comparación. Hasta el 3 de mayo de 1986.
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