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Mister Pentland, el prisionero / 9

Todos ellos formaban una amalgama de deportistas entusiastas, incansables pese a las miserables condiciones del campo de concentración, que además se fueron deteriorando conforme avanzaba la guerra y Alemania perdía terreno. Más aún en los últimos meses, con la entrada de Estados Unidos en el conflicto bélico.

Frederick Pentland fue, durante esos años en los que Europa se desangraba, uno de los focos de luz que alumbraban la monótona vida en Ruhleben. Sus reflexiones en los medios de comunicación establecidos en la prisión berlinesa le permitían expresar su forma de ver el fútbol, casi siempre de manera didáctica, poniendo ejemplos, dando consejos a los que habían elegido el fútbol como forma de entretenimiento. Apuntaba en el "Handbook" muchas de sus ideas sobre el fútbol: "Desde hace algunos años en Inglaterra he abogado por la abolición de las críticas de los jugadores en los periódicos. Mi punto de vista era que no tenía ningún objeto alabar a un hombre después de haber jugado bien, y atacarlo cuando no había satisfecho a los críticos. Una crónica de un partido puede ser muy buena e interesante para aquellos que no pudieron verlo, pero sin duda, para un jugador que tiene la conciencia de haber hecho

lo debido, las alabanzas de un periódico son innecesarias; y en el otro lado, si un futbolista ha jugado mal, ninguna condena le ayuda a mejorar la situación, aunque una palabra de consejo podría mejorar el asunto".

Para Pentland, "las circunstancias son doblemente peligrosas cuando el crítico no tiene ni idea del juego, excepto a partir de un punto de vista teórico. Por lo tanto, espero que lo siguiente será aceptado no más que como un humilde intento de dar algunas pistas sobre la manera científica del juego. Los jugadores en el campo de Ruhleben no necesitan ningún consejo de nadie en relación con el espíritu del juego. La energía que muestran es también tremenda. Es con respecto al empleo de esa energía con el fin de mejorar en el campo a lo que se refieren estas líneas. Muchos jugadores en el campo de concentración han llegado a un cierto nivel, y entonces, por alguna causa u otra se estancaron en ese nivel o se deterioraron lentamente. ¿Se nos ha ocurrido pensar que estos hombres puedan estudiar la razón de su incapacidad para mejorar? ¿Fue la falta de entusiasmo? ¡No! Les faltó condición física? ¡No! ¿Fue la falta de deseo, de velocidad, o cualquier otra circunstancia similar? La respuesta, en la mayoría de los casos, es falta de ideas, o que muchos imaginan que la fuerza y la velocidad son los únicos factores esenciales en el juego de fútbol".

Sigue el exfutbolista inglés: "No hay métodos rápidos para enseñar a jugar a estos hombres. Un entrenamiento cuidadoso y la práctica le enseñará a un hombre mucho más, por supuesto, pero todo esto es absolutamente inútil a menos que el propio jugador tenga cualidades. Es imposible jugar bien si no estás cómodo y con el calzado adecuado. Si un colega tiene una metedura de pata, la interjección de condena no puede ser la respuesta. Una frase de simpatía y aliento hace mucho más bien, y además, el que la dice podría ser el siguiente en tener un error".

El fútbol se fue haciendo el deporte más popular en el campo de concentración. La revista que se publicaba en el recinto fue dedicándole pequeños espacios hasta darle después varias páginas, la mayoría de ellas firmadas por Pentland. Se creaban, incluso, pequeñas controversias, como cuando la Ruhleben Camp Magazine decidió publicar una página que tenían que rellenar los lectores para elegir los equipos denominados "Inglaterra" y "Resto", que debían enfrentarse en el partido amistoso que daba comienzo a la temporada de 1916. Se recibieron 1.600 respuestas, aunque el comité de la Ruhleben Football Association no quedó satisfecho.

Tal como indicaba un artículo de la revista del Campo, "hemos recibido la siguiente comunicación del RFA. 'En referencia a los equipos designados por los lectores de su periódico, lamentamos que no podemos aceptar su elección, ya que en nuestra opinión la selección no representa el verdadero punto de vista del Campo en ese asunto. La historia es la siguiente: unos pocos entusiastas seleccionaron dos equipos para el partido entre Inglaterra y el Resto, e imprimieron los nombres. Luego recorrieron los barracones para repartirlos y asegurarse una mayoría de votos. Sin embargo, la FA garantiza que los equipos verdaderamente elegidos por los lectores se enfrentarán entre ellos". En el mismo recorrido por el fútbol del campamento de prisioneros, se anunciaba que F. B. Pentland "ha pasado del Barracón 10 al Barracón 11. Desde un punto de vista futbolístico damos la bienvenida a Mister Pentland en ese cambio de residencia, ya que indudablemente ayudará a subir de nivel los equipos, por lo que el deporte se va a beneficiar".

La revista del campo de Ruhleben ofreció "patrocinar" un trofeo que se debía otorgar "al jugador que, a juicio de su comité hubiera dado el mejor rendimiento de cada quincena. El trofeo, podemos afirmar, en primer lugar, no tiene ningún valor intrínseco, y tomará la forma de una taza de café. Sin embargo, cualquier deportista estará encantado de tener un recuerdo, y esperamos que sea aceptado en el verdadero espíritu del amateurismo en el que se ofrece", decía la nota de la revista. La Federación presidida por Pentland se mostró, sin embargo, muy estricta: "En una reunión de la FA celebrada el 30 de septiembre, se decidió aceptar el deseo de la revista del Campo para proporcionar un trofeo de fútbol. Sin embargo consideramos conveniente otorgar el trofeo a un equipo y no a un jugador individual". (CONTINUARÁ)

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