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Javi Escalza, el lateral discreto

A Javi Escalza le venía de familia su afición al fútbol. Su hermano mayor también llegó a profesional. Jugó en aquel Burgos que alcanzó la Primera en los 70. El empezó en el equipo del pueblo de al lado, en Llodio. El Villosa era un conjunto potente de una Tercera División mucho más profesionalizada que ahora. Recibía el apoyo económico de las pujantes Vidrieras de Llodio, y pese a ser alavés, estaba inscrito en la Federación Vizcaína. A aquel equipo lo entrenaba Koldo Agirre, que hizo debutar al joven Escalza en Santiago. Le tocó marcar a la figura del Compostela, Novo, y lo hizo a la perfección. Desde ese momento, los ojeadores del Athletic se fijaron en él. Cuando el club rojiblanco se interesó por su fichaje, su hermano José Luis, le pidió opinión a Agirre. «Si es el Athletic, con los ojos cerrados». Aceptaron el consejo y el

futbolista, que comenzó en el centro del campo, se hizo dueño durante varias temporadas del lateral izquierdo de San Mamés, a pesar de que era diestro. Primero jugó cedido en el Baracaldo, en Segunda División. Después ya en el Athletic, vivió años muy buenos, los de la llamada operación retorno. De la mano del presidente José Antonio Eguidazu, y ante la primera invasión de futbolistas extranjeros, el Athletic contraatacó fichando a cualquier jugador vasco que destacara. Llegaron a Bilbao jugadores de la talla de Irureta, Churruca o Lasa. Construyeron un buen equipo en el que Escalza, -el Mudito, porque apenas abría la boca en el vestuario, el campo de entrenamiento o el terreno de juego-, ocupaba plaza fija en el equipo. De nuevo coincidió con su descubridor, Koldo Agirre, cuando éste se hizo cargo del equipo y lo llevó hasta dos finales en 1977, que en Bilbao se recuerdan con una mezcla de nostalgia y amargura. Perdió la de la UEFA por el valor doble de los goles en campo contrario ante el Juventus italiano, y la del Rey, contra el Betis a penaltis, en una noche de San Juan. Esa temporada disputó prácticamente todos los partidos en las tres competiciones en las que se fajó el Athletic. En el club bilbaíno jugó tres temporadas más, fue una vez internacional con España, y a finales de la 79/80 fichó por el Espanyol, en el que también jugó siempre como titular, junto a futbolistas como Marañón o Lauridsen. «Era un jugador de 7,5 cada partido. No resultaba brillante, pero sí constante y eficaz», recuerda Agirre. A Escalza se le recuerda por el tirón de pelo a Ratón Ayala, el futbolista argentino del Atlético de Madrid. Harto de sus añagazas, aprovechó una carrera por la banda para agarrarle de la melena y sentarle en el suelo. Guruceta sólo le sacó tarjeta amarilla. Sus últimos años como futbolista los consumió en el Sabadell y el Sestao, antes de dedicarse a entrenar. Será enterrado mañana en Arrankudiaga, su localidad natal. .Javier Escalza había nacido el 10 de diciembre de 1952 en Arrankudiaga (Vizcaya), localidad en la que murió el 16 de noviembre de 2007.

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