Biritxinaga nació en San Mamés
Hace tiempo que no hay ningún Biritxinaga en el banquillo del Athletic, pero la familia forma parte de la historia del club. Cómo entenderlo de otra manera. Nacho, el último masajista de la saga, nació, como todos sus hermanos, debajo de la tribuna de San Mamés. «En 1912, mi padre» -Perico-, «empezó a trabajar para el Athletic. Recaudaba dinero para la construcción del campo. Iba de puerta en puerta a casa de los socios del club. Cuando se hizo San Mamés se quedó como botones y después de masajista, el primero del club. Mister Barness llegó con ideas muy británicas sobre la forma de dirigir al equipo». El mister transformó a Perico en masajista. Tan valioso resultó el trabajo de Birichi, que es como llamaban en Bilbao al iniciador de la saga, que «el Athletic recaudó el dinero necesario para eximirle del servicio militar, que entonces podía hacerse pasando por caja». El tiempo pasó y Perico tuvo hijos, que nacieron en San Mamés y jugaron en sus gradas y su césped. Y sobrinos, como Guillermo Perdiguero, al que mister Petland britanizó como Willy, que llegó desde La Arboleda para ayudar a su tío cuando se quedó huérfano. Su hermano, Jesús, también fue masajista. Perico murió en 1958 y su viuda recibió una pensión vitalicia. El Athletic colocó una placa en su memoria en San Mamés. Willy le sustituyó en el cargo. Se había incorporado al Athletic en 1931 y se retiró en 1983, con la penúltima Liga. Como pasó antes, Nacho entró a ayudar a la familia y se quedó.Fue un oficio que se transmitió de generación en generación.«Entré fijo cuando estaba Daucik de entrenador, pero yo ya ayudaba a mi tío desde los 16 años». Lo hacía cuando Willy descansaba en el vestuario con una novela de Marcial Lafuente Estefanía entre las manos. Le apasionaban los folletines del Oeste y lo aprovechaba Nacho para dar masaje. «Antes sólo se aprendía a base de practicar. No había escuelas de fisioterapia», recordaba. «A mí me enseñó mi padre, pero cuando murió y ocupé su puesto en la Federación Vizcaína, aprendí un montón allí de don Pedro Mugica». Pronunciaba el nombre del médico con el don delante de respeto a los maestros. «En aquella época sólo llevábamos en la bolsa el agua milagrosa y varias dosis de moral para el jugador que caía lesionado. Le decía: mira, levántate que está tu novia en la grada y se va a preocupar. ahora llevan otros productos y sale el médico para decidir. Antes el jugador siempre se levantaba, porque no había cambios». Nacho se convirtió en un fijo del club, y siguió viviendo en San Mamés, con su mujer, hasta finales de los años setenta. «El club decidió instalar allí las oficinas cuando cerraron las de Bertendona». Luego, el Mundial 82 acabó con ellas. «Allí éramos felices. En una época vivió con nosotros Lavín. Era de Ondarroa y vino al primer entrenamiento. Como tenía que hacer mucho viaje le dijimos que pasara la noche en casa. Se quedó siete años allí. Para nosotros es como un hijo». Nacho empezó en el Athletic de niño y cuando era joven y de buen ver se encontró, de pronto, con que tenía la misma edad que los jugadores a los que siempre había admirado. «Salíamos juntos. Era muy distinto a ahora, un ambiente muy bueno con Artetxe. Lezama, Garay... Pero la mejor época llegó con Javier Clemente. De los que me acuerdo yo es junto con Iñaki Saez el mejor entrenador que ha pasado por Lezama. Ya de jugador era de mis preferidos». Así que cuando se produjo la crisis que acabó con la destitución de Clemente, Biritxinaga sufrió mucho. «Era amigo de su familia y de la de Pedro Aurtenetxe, el presidente. Cuando se casó mi hija, años después, les invité a los dos y les senté en la misma mesa. No tuvieron más remedio que hablar y desde entonces su relación es bastante mejor». Eran años felices. Y diferentes. Natxo y Javi fumaban como posesos en el banquillo. «Clemente decía que no estaba nervioso pero luego me quitaba el paquete de tabaco y se lo quedaba él. Yo soy forofo como el que más, pero en el banquillo me tenía que contener. Sólo me sacaron dos tarjetas amarillas en mi carrera». Además, en las dos el protagonista fue Julio Salinas. «La primera porque le dije al árbitro que no le expulsara, en juveniles, porque era un niño; la segunda porque creyó que estaba haciendo cuento y a mí me trató muy mal. Luego, el árbitro se disculpó».Los árbitros no son santo de la devoción de Nacho Biritxinaga: «No tienen ni repajolera idea, siempre piensan que hay engaño. En su casa, el masajista de los años felices tiene colgada una foto sacada en la Gabarra en la que se le ve besando en la boca a Javier Clemente. Salió publicada como portada de una revista gay. «La malinterpretaron», decía. Biritxi dicen algunos de los protagonistas de la última final ganada por el Athletic, fue el artífice de aquella victoria. El ambiente en el vestuario era tan tenso que se cortaba con un cuchillo. Nadie hablaba, nadie sonreía. Hasta que Nacho, que había desaparecido de la escena, regresó. Entró a la caseta disfrazado de Eva Nasarre, con los labios pintados de rojo intenso. La carcajada general relajó el ambiente. El equipo salió al campo y ganó el partido. Natxo Biritxinaga murió en febrero de 2012 a los 79 años.