La primera compra de San Mamés
«Bajo la presidencia de don Alejandro de la Sota y con la asistencia de numerosos socios, celebró, el 10 de diciembre de 1912, Junta el Athletic en su domicilio social. Se trató en esa junta del campo de football que el Athletic trata de construir en breve en terrenos de la prolongación de la Gran Vía. Se expuso que en la reunión del sábado anterior se trató de la forma de arbitrar recursos conviniendo que la recaudación del dinero para dotar de dicho campo al Athletic será por medio de préstamos. Cada semestre, el dinero sobrante se destinará a la devolución proporcional de lo adelantado a la sociedad. El presupuesto para las obras del campo asciende a 50.000 pesetas. A la directiva se le concedió voto de gracias por sus trabajos». Al final, el campo costó 89.061,92 pesetas, parte de las cuales fueron recaudadas de puerta en puerta por Perico Birichinaga, que después se quedaría a trabajar como botones primero y masajista más tarde. Sus hijos nacieron bajo la tribuna de San Mamés y su trabajo fue considerado tan importante que el club recaudó el dinero necesario como para eximirle del servicio militar. San Mamés se asentó junto al asilo del mismo nombre, en unos terrenos de los herederos de Novia de Salcedo, un paraje de campas y matorrales que adquirió forma gracias al arquitecto Manuel María Smith.
En agosto de 1927, la directiva pensó en trasladar el campo a la vega de Deusto, en Torre Madariaga, en un terreno de 43.921 metros cuadrados. Pidió para ello el apoyo de la Caja de Ahorros Vizcaína, porque «el emplazamiento era mejor que el de San Mamés», según rezaba en la solicitud crediticia. La Caja compró el terreno por 1.167.594,70 pesetas y se la ofreció en arrendamiento al club por 101.798,23 pesetas anuales, en objeto de renta y cuota para la adquisición del inmueble en 20 años. En 1935, el Athletic pidió disponer de 60.000 pesetas de ese fondo y un nuevo plazo de 20 años, a 84.000 pesetas anuales para amortizar el negocio.
Pero el Athletic no puede pagar las rentas desde 1935 hasta 1939 y solicita otra ayuda: quiere renunciar a Torre Madariaga y adquirir San Mamés. Con al apoyo del alcalde, José María de Oriol, el Ayuntamiento compra los terrenos de Deusto y la CAV destina al Athletic la diferencia entre la compra y la venta. Además adquiere los terrenos de San Mamés por 1.229.261 pesetas y se los cede al Athletic mediante una fórmula de pago aplazado. Un pelotazo. El club fue pagando anualmente, cuotas e intereses durante décadas, hasta completar el total. Sin embargo, el presidente en los cuarenta, Luis Casajuana, había tenido que firmar una cláusula en la que club y banco se repartirían los beneficios en caso de venta. En 1940 La familia Novia de Salcedo se dirigió al club para venderle los terrenos de San Mamés. El club lo estudió y pidió a la CAV renunciar a Torremadariaga y adquirir la propiedad del campo que arrendaban desde 1913. El Ayuntamiento de Bilbao compró los terrenos de Deusto y destinó la diferencia entre compra y venta (270.739 pesetas) al Athletic. Mientras, la Caja compró San Mamés por 1.229.261 pesetas y se lo cedió al Athletic mediante un pago aplazado.
En 2007, Juan Carlos Ercoreca, vicepresidente del Athletic, exhibió un documento, firmado en 1973, en el que se aclaraba definitivamente quién es propietario de los terrenos del antiguo campo, y la relación que existía entre el club y la BBK por este asunto. La redacción no podía ser más clara. En caso de venta de los terrenos, la mitad de la plusvalía generada correspondería a la entidad bancaria... Salvo que el dinero estuviera destinado a construir nuevas instalaciones deportivas. Sin embargo, ese acuerdo no estuvo exento de polémica cuando se firmó en los años cuarenta, y cuando se modificó definitivamente en 1973, con Félix Oráa como presidente del Athletic y Rafael Barbier de la Caja de Ahorros Vizcaína. Félix Oráa, a punto de abandonar la presidencia, se reunió con Rafael Barbier, presidente de la Caja, para comunicarle el desagrado del club por aquel «abuso», después de que el Athletic hubiera amortizado totalmente el crédito. Las discusiones alcanzaron una temperatura muy alta. Oráa, educado pero firme, amenazó a Barbier con dar publicidad en los periódicos a lo que consideraba una tropelía. Finalmente la Caja cedió. Habría reparto, sí, pero sólo si el campo se vendía por razones diferentes a la construcción de uno nuevo.