La gabarra del Acero Club
Cuando Frederick Beaconsfield Pentland entrenaba al Athletic, ganar la Copa era una costumbre. Regresar en olor de multitudes, también. La expedición paraba en la localidad riojana de Haro, donde le esperaba todo el pueblo en la calle; comía en las Bodegas Bilbainas y después se ponía de camino a Bilbao. En Dos Caminos, la multitud ya esperaba al equipo, que pasaba a un camión descubierto hasta el Ayuntamiento, la apoteosis.
¿Y la gabarra? Esa tradición que parece antigua, no lo es tanto. Pasó en 1983. El Athletic ganó en Las Palmas (1-5), se benefició de la derrota del Real Madrid en Mestalla, contra un Valencia al que entrenaba Koldo Agirre, y se proclamó campeón de Liga; al día siguiente voló a Madrid y regresó a Bilbao dos días más tarde. En la pista del aeropuerto de Sondika le esperaban miles de seguidores rojiblancos que la habían invadido. Para entonces, uno de los directivos de la junta que presidía Pedro Aurtenetxe, había rescatado el espíritu de una canción de los años veinte: Por el río Nervión bajaba una gabarra / con once jugadores del club atxuritarra / rumbala, rumbala, rumba, la rumba del cañón.
Pero esa canción no se refería al Athletic, sino a un modesto club bilbaíno que el 4 de mayo de 1924 consiguió proclamarse campeón de España de la serie B, frente a Osasuna: el Acero Club de Olabeaga, que todavía existe y juega en la Regional Preferente de Bizkaia. Dos goles de Quirós, su delantero centro, neutralizaron el que había marcado Juanito Urquizu, que luego sería jugador y entrenador del Athletic -el segundo técnico que más partidos dirigió al equipo-. El Acero se había endeudado para viajar a la final a Sevilla, pero cuando regresó a Bilbao, en la estación de Abando le esperaba un recibimiento apoteósico: un gentío, el alcalde con toda la corporación municipal, cinco bandas de música y la representación de la mayoría de los clubes vizcaínos. A las nueve de la noche de ese día, en medio de un gentío, los jugadores fueron conducidos al muelle del Arenal donde embarcaron en una gabarra propiedad de Manu de la Sota, que después sería presidente del Athletic. Navegaron, con las orillas repletas de público, hasta Olabeaga, su barrio, donde desembarcaron.
En la ría bilbaína cada vez se ven menos gabarras, pero aún existen. Son embarcaciones que sirven para transporte, no tienen motor y deben ser arrastradas por un remolcador. Solían servir para transportar mineral desde Bilbao la Vieja hasta los muelles de Olabeaga, un símbolo de la pujanza industrial de la zona.
Y de la canción se acordó Cecilio Gerrikabeitia, directivo del Athletic y presidente de la Sociedad Coral de Bilbao. Entre él y el gerente,Fernando Otxoa, consiguieron una embarcación y los permisos necesarios para embarcar en la Ría y no bajar, como en la canción, sino subir hasta Bilbao. No tenía nombre, se llamaba «Gabarra número 1», y fue rebautizada como «Athletic».
El 4 de mayo de 1983, los jugadores del Athletic embarcaron en el muelle del Club Marítimo del Abra, en Las Arenas. Uno de ellos, Agustín Gisasola, se cayó al agua y tuvo que ser rescatado. Comenzó la travesía acompañada por decenas de embarcaciones de todos los tamaños, las traineras de todos los clubes vizcaínos, y las orillas de la Ría, abarrotadas de vizcaínos.
Se calculó más de un millón de personas en el trayecto de diez kilómetros entre Getxo y Bilbao. Los obreros de las fábricas ubicadas en las márgenes derecha e izquierda, saludaban vestidos con sus monos de trabajo y sus cascos. Al llegar a Bilbao la pasión se desbordó en la plaza del Ayuntamiento, donde desembarcaron los héroes rojiblancos. Era el comienzo de una tradición que tuvo continuidad un año más tarde, cuando el Athletic ganó la Liga y la Copa.
Y no pudo alargarse más. Aquella victoria frente al Barcelona en el Santiago Bernabéu fue el último título rojiblanco. Han pasado varias décadas y la gabarra aún aguarda en el museo marítimo de Bilbao a que otro título del Athletic le saque del dique seco. De vez en cuando, previsores, los responsables del museo le dan una mano de pintura azul «Bilbao».