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57/58 La antesala de una gran final

En la temporada 1957/58 hubo de nuevo dos colecciones de cromos, la clásica de la Editorial Bruguera, con el álbum a dos pesetas, aunque los sobres de cromos habían aumentado su precio a 30 céntimos, y la de la editorial Banchede. "Campeonato de fútbol. Jugadores de Primera División en colores", decía la portada del álbum, en la que figuraban jugadores de diez equipos, aunque ninguno del Athletic, mientras que en la de Bruguera seguía apareciendo Gainza. En ésta última, los cromos eran primeros planos de los futbolistas; en la de Banchede, fotografías de cuerpo entero. La mayoría de ellas, por cierto, sacadas premonitoriamente en el Bernabéu.

La final de lo once aldeanos la jugaron los protagonistas de la colección de cromos de la temporada1957/58. Cualquier seguidor del Athletic conoce lo que sucedió en aquella histórica cita frente al Real Madrid en su propio estadio, pero ¿qué aconteció en los días previos a esa jornada en la que también se disputó la final del Mundial de Suecia que ganó Brasil? Pues primero, que el Athletic tuvo que eliminar al Barcelona en semifinales. Había ganado el equipo rojiblanco en San Mamés por 2-0 y se presentó en el recién inaugurado Camp Nou a certificar su clasificación. Cayó una tromba de agua sobre la Ciudad Condal aquel día y el césped fue una piscina durante muchos momentos del partido, que aún así fue un espectáculo y nadie se quiso perder. Ni siquiera el torero Antonio Ordóñez –patriarca de la saga Rivera-Ordóñez–, que era seguidor impenitente del Athletic y que aquel día toreaba a primera hora de la tarde en Marsella. Alquiló un avión para salir en cuanto acabó la corrida, voló al Prat, donde le esperaba un coche que le llevó a ver la segunda parte del encuentro. El Athletic se adelantó 0-2, después, ya en la segunda parte, el Barça se puso por delante, aunque las crónicas hablaban de que no lo mereció, y empató de nuevo el Athletic a tres, gracias a Arteche. Finalmente, cuando el reloj marcaba ya el minuto 90, Tejada, de cabeza, establecía el 4-3 final, insuficiente para el Barcelona, cuyo entrenador, Helenio Herrera, sacó una vez más las excusas a pasear. Mientras, en Atocha, el Real Madrid empataba a un gol con la Real Sociedad y se ganaba también el derecho legítimo a ser finalista y el derecho de pernada a jugar en Madrid, una decisión que iba a traer cola. Cuando finalizó el duro partido del Camp Nou, los jugadores del Athletic se trasladaron al hotel Condado, en la calle Aribau, –la más corta de Barcelona–, muy cerca de la Avenida Diagonal que entonces se llamaba del Generalísimo Franco. Recibieron masaje y se fueron a la cama mientras la centralita del establecimiento no dejaba de recibir llamadas de felicitación y los telegramas se agolpaban en recepción. El lunes 23 de junio, al día siguiente, el Athletic se entrenó en el campo de Sarriá, por gentileza del Español. Fue una sesión suave. Baltasar Albéniz, el entrenador del Athletic, avisado ya de que la final se jugaría en Madrid, lanzó el reto: "Prefiero que sea en el Bernabéu". La batalla ya estaba perdida por parte del Athletic, que durante dos días trató de buscar un escenario neutral. Enrique Guzmán, el presidente del club bilbaíno, mantuvo varias conversaciones telefónicas con el secretario general de la Federación, Andrés Ramírez, insistiendo en buscar un escenario fuera de Madrid, pero la Federación, a instancias del gobierno, se mantuvo firme en su decisión, tomada el viernes anterior, de que se jugaría en la capital para que el dictador Franco no tuviera que viajar para entregar el trofeo. Guzmán, entonces, lanzó también su órdago: que el partido fuera en el campo del rival. Sólo puso una condición, que no se jugara con luz artificial, algo a lo que los madridistas estaban acostumbrados, pero no los rojiblancos. San Mamés no tenía aún iluminación y el Bernabéu sí, después de varias participaciones en competición europea. Ramírez, que tenía en una línea a Guzmán y en otra a Raimundo Saporta –porque Bernabéu estaba en Suecia presenciando el Mundial y regresó dos días antes de la Final–, consultó con el representante madridista, que no puso ninguna pega. Entre los tres decidieron que el partido se jugaría a las seis y cuarto de la tarde. Era verano ya. Así que Albéniz y los suyos, después de descansar en Barcelona, tomaron el martes a la tarde el coche cama hacia Madrid y el miércoles ya estaban instalados en un hotel en El Escorial, el mismo lugar elegido por el Real Madrid para la concentración previa a la final en la que el equipo madridista, campeón de Europa y de Liga, partía como favorito muy claro. Mientras, en Bilbao Enrique Guzmán salía a dar explicaciones por su decisión de pedir el Bernabéu, que en la capital vizcaína no se había entendido demasiado bien. Apuntó que había consultado previamente con el entrenador y los jugadores, y que ellos le dieron el visto bueno. Además, dijo, el Bernabéu permitía que más bilbainos pudieran acudir a la final. Para entonces, el Athletic ya había recibido 15.000 solicitudes de entradas, y hasta los medios de comunicación se veían desbordados. A La Gaceta del Norte llegó una petición de la peña rojiblanca de Minglanilla, para la reserva de treinta entradas. Los conquenses siguen siendo en la actualidad, los más animosos seguidores y acuden a San Mamés con frecuencia. En El Escorial, Baltasar Albeniz estaba más nervioso por su boda, que iba a ser apenas una semana después de la Final. Garay también se casaba el 7 de julio. El técnico sabía ya que no iba a continuar en el banquillo del Athletic. La Liga, donde los rojiblancos fueron sextos, le pasó factura. El viernes el Athletic se entrenó en el Santiago Bernabéu, sede de la final. Al partidillo que cerró la sesión se incorporó el húngaro Pancho Puskas –que había jugado un año antes contra el Athletic en la Copa de Europa–, y que aún no había firmado por el Real Madrid. El sábado, cuando ya Madrid estaba poblado de banderas rojiblancas, los jugadores dieron un paseo por La Herrería de El Escorial, atendieron a la prensa y descansaron. El domingo a mediodía viajaron de nuevo hasta la capital. Se vistieron de corto, salieron al campo y ganaron la final al Madrid campeón de Europa, pero esa es ya otra historia.

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