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Recuerdos de Las Palmas


El 1 de mayo de 1983, el mapa de Bilbao se desplegaba hasta Las Palmas. Ese día, el Athletic terminaba con 27 años de sequía y, contra pronóstico, volvía a ganar un campeonato de Liga que en el Botxo se recuerda aún en las fotografías a color que todavía presiden muchos bares. De hecho, fue la primera Liga en color que ganaba el Athletic en su historia. La séptima en su palmarés. Fue un acontecimiento histórico. Bizkaia entera se paralizó cuando el árbitro de aquel partido en el Insular, Ramos Marcos, señaló el final, y se lanzó a la calle un par de minutos más tarde, en el momento en el que otro colegiado, el murciano Giménez Madrid, daba por terminado el Valencia-Real Madrid en el Luis Casanova. En Las Palmas lucía el sol; en Bilbao el cielo estaba gris, pero se iluminó de repente. Por supuesto, aquel dÌa hubo muchos protagonistas. Sus recuerdos se condensan en estas líneas. EL PORTERO: Andoni Zubizarreta Desde detrás, en soledad, como él mismo relata. Los porteros viven el triunfo y el fracaso solos. En Las Palmas tampoco fue diferente. "Seguro que no. La segunda parte, con el 1-3 ya, estaba más pendiente de las radios de detrás de la portería que del juego. Teníamos el partido totalmente cuesta abajo y sólo nos quedaba esperar el resultado de Valencia. En la primera parte, con la necesidad de remontar, estábamos mucho más concentrados en el partido". Zubi no recuerda nervios excesivos, ni histerismo. Ni un alto grado de tensión antes del choque del Insular. "Tengo la sensación de que entonces pensábamos que teníamos un billete de la lotería y el Real Madrid tenÌa nueve. Que después de dos años quedándose en las puertas, era muy difícil que volviesen a fallar cuando, además, les hacía falta un empate. La presencia de medios de comunicación fue muy secundaria en Las Palmas, Todos estaban en Valencia". Pero, "sabíamos lo que nos jugábamos, que el ambiente estaba en contra y que jugábamos en uno de esos campos duros, resecos, que no nos gustaban nada. Cuando marcó el Valencia nos dimos cuenta de que sÌ podíamos ganar el campeonato". Y después, bastante mas tarde, que en Bilbao sería la locura. "No había referencias. Sólo Piru Gainza nos decía que no sabíamos lo que habíamos hechoª. Esta es una referencia que se repite.Todos los jugadores y el entrenador nombran al fantástico ex jugador del Athletic como punto de unión con la expresión popular en Bizkaia. "Los medios funcionaban diferente. No había teléfonos móviles, ni imágenes instantáneas de televisión. Hasta que no llegamos a Bilbao no nos dimos cuenta de verdad. Tenía la sensación de flotar". EL DEFENSA: Iñigo Liceranzu Frente a la Real, un año más tarde, Rocky se convertirÌa en el protagonista absoluto. Marcó los dos goles del Athletic en el partido decisivo, el segundo de ellos el número 3.000 en la historia liguera del club. En Las Palmas fue otra cosa. ´Volamos hacia allí en la víspera y estábamos muy tranquilos. Sabíamos lo que debíamos hacer y que nos quedaba un porcentaje pequeño de éxito. Por cosas del calendario, los dos jugábamos fuera frente a equipos que se jugaban el descenso y que necesitaban ganar. Las Palmas, además, lo tenía mejor. En caso de victorias de los dos, bajaba el Valencia. A la vista de todo, nosotros estábamos más tranquilos que al año siguiente en la misma circunstancia". Ganar la Liga no era una obsesión. Vencer a Las Palmas, sí. "Se habló muy poco de quedar primeros. Era una posibilidad remota.Pensábamos que el Madrid nunca fallaba, pero a partir del 1-3 nos pasamos el resto del partido más pendientes de las radios de banquillo. Nos decían que seguían igual. Terminó nuestro partido y tuvimos un par de minutos de tensión". Y luego, la gloria: "La alegría fue inmensa, pero nada comparable a nuestra llegada a Bilbao. Estábamos a 2.000 kilómetros y no éramos conscientes, pero Piru tenía razón. Nos lo había advertido. Me quedé acojonado cuando ví la pista del aeropuerto llena de gente. Al pie de las escalerillas ni se veía. Luego, el camino en autobús abarrotado de gente y de banderas en el trayecto hasta Lezama. El remate final fue la gabarra". El trabajo recompensado "a un equipo muy completo y compacto. Para ganar la Liga hay que ser fuerte pero también ser muy bueno.…Éramos todo eso, y agresivos cuando hacía falta. Y un equipo. Las desavenencias llegaron después. Por entonces, si había algún problema se arreglaba con una discusión en la caseta, y luego, una comida todos juntos".

EL CENTROCAMPISTA: Ismael Urtubi Urtubi llegó al Athletic de la mano de Javier Clemente, y casi sin esperarlo, se convirtió en titular. ´Por eso no era demasiado consciente de la situación. Había acabado la mili y empecé a jugar en el Athletic y en Primera División, que era mi sueño. No sabía lo que suponía ganar una Liga. Ni para mí ni para los aficionados, así que me llevé una sorpresa enorme con todo lo que sucedió. Había una convicción superlativa en aquel equipo campeón. Conocían sus poderes, sabían lo que debían hacer. "Así que en Las Palmas, no podíamos controlar lo que hiciera el Real Madrid, pero sí que sabíamos que íbamos a ganar aquel partido, y eso que se complicó cuando Miguel de Andrés marcó en propia puerta. Hizo que el equipo apretara aún más. Marcaron un gol y reaccionamos". Luego, "con el marcador a favor y el de Valencia igual, estábamos con un ojo en el campo y los dos oídos en la grada. Ellos se entregaron con el 1-3, y el público también. Recuerdo que el ambiente, a pesar de que se jugaban el descenso, fue muy favorable". Lo mejor, coinciden los protagonistas, llegó en Bilbao. "Qué pasa aquí?, dijimos al llegar a Sondika. Era impensable encontrarse algo como aquello. Fue como si tocara la lotería en Bizkaia sin dinero. Los días siguientes, la gente pedía más y más. No se cansaba. Nos convencimos de que el logro era grandísimo". De que formaban un gran equipo. "Aquella plantilla tenía una gran calidad y dábamos en cada partido el 101%. Prueba de ello es que entre la selección absoluta y la Sub 21 había siete internacionales". EL DELANTERO: Txema Noriega Noriega Tiene un vívido recuerdo de aquellos días frenéticos. "Con el tiempo le hemos dado la importancia que tenía. Fueron dos títulos de Liga que compartimos con todo el mundo, con la familia, los amigos, la afición, Bizkaia entera. Nosotros allí, en Las Palmas, cuando acabó el partido, estábamos en una nube. Gainza nos aclaró un poco la situación. Yo llamaba a casa cada media hora y me decían que la calle estaba tomada, y luego, al llegar, el comandante del avión nos avisa de que igual no podemos aterrizar porque la gente había invadido la pista. Fue increible". El delantero bilbaino siempre defendió que "aquel era un equipo de gran nivel, muy bien equilibrado, bien pertrechado técnicamente.Y aprovechamos el bajón del Barcelona y el Madrid de aquellas temporadas". Noriega recuerda que ´cuando acabó el partido, todo se desbordó. Había empezado mal, luego todo fue mejor y el final, increíble...Y la celebración. No fuimos a la cama aquel día. Yo me olvidé el pijama en la habitación. En la comida, al lado de la playa, acabamos en el agua, buscando las gafas del directivo Nikol Viar. Y Bilbao, y la gabarra..." EL ENTRENADOR: Javier Clemente "Para mÌ fue un día muy bonito", recuerda Javier Clemente. "Empezó con emoción y acabó con una gran alegría. Era un grupo muy unido. Todos, los jugadores, los técnicos, Piru Gainza a quien recuerdo especialmente. … Él ya había sido campeón y nos avisaba". El entrenador vizcaíno fue tachado de conservador, pero aquel Athletic acabó con 71 goles a favor. "Son las chorradas de siempre, en plan despectivo. Fuimos máximos goleadores y teníamos muchos jugadores en la selección. Esa imagen que se quiere dar es falsa. Era un equipo con muchísima calidad. Habíamos confeccionado una gran plantilla, con Iñaki Sáez y la gente de Lezama". A Clemente le llamaron chulo porque, a principio de temporada, dijo que veía a aquella plantilla en disposición de ganar la Liga. ´Y no me equivoqué. Era un gran equipo, mucho. Era fantástico". EL PERIODISTA: Carlos Bacigalupe "Pedí a Fernando Tirapu que viniera conmigo a la cabina de transmisión.… El, gran amigo, sería el testigo ideal de una jornada que se nos anunciaba como inolvidable. Hombre, la cosa estaba difÌícil. Sólo la tozudez de Clemente daba alas a las apetencias athléticas: ¿Quién dice que no podemos ser campeones? Y todo ello cuando cinco partidos antes del decisivo, los rojiblancos perdían ante el Betis por nada menos que un 5-1. "Haciendo gala de una serenidad asombrosa, después de la cena, el baracaldés dejó que sus chicos entretuvieran su ocio en la discoteca del hotel Los Lebreros. Al Madrid le bastaba empatar en Valencia para ser campeón. Y, como digo, llegamos a Las Palmas. Tirapu no pensaba en el milagro, mucho menos cuando Miguel de Andrés, el rubio con pinta de busto griego, marcó en propia puerta. Nos miramos casi llorando. Quedaba confiar en Koldo Aguirre, quien llevaba con buena mano al equipo ché. No falló, como tampoco lo hizo Tendillo. Entonces sí que Fernando y yo lloramos a moco abierto, y gritamos como nunca el ¡Aúpa, Athletic!, sabedores de que aquel podía ser un dÌa histórico. Lo fue por culpa de Sarabia, dos, Dani, Argote y Urtubi. Pero, tras la goleada, al partido de Mestalla todavía le faltaban minutos. Luego nos enteramos de que los merengues habían perecido en su última batalla y, entonces sí, el abrazo resultó estremecedor. El llanto se me fue por el micro y la emoción me hizo temblar hasta los calcañares. A todo esto, el valiente defensa navarro pisaba ya el césped del Insular y formaba parte de la piña leonina. Mi hermano Alberto, a pie de campo, compartía sollozos televisivos con Sarabia. En el hotel Reina Isabel, la embajada botxera era agasajada por propios y ajenos. La gabarra bajaría por el Nervión. Pero la idea era de Ceci Gerrikabeitia, no de Fernando Ochoa, como luego se dijo. Daba igual. El 1 de mayo de 1983 pasó a formar parte de mi currículo como periodista y como vocacional seguidor de un ente irrepetible: el Athletic Club de Bilbao". EL AFICIONADO: Jon Rivas "Estaba en San Mamés, en la tribuna Este. Con la mirada en el campo -jugaban Bilbao Athletic y Barakaldo- y el oído en el carrusel deportivo. Como todos los que estábamos allí. Acabó el partido y los jugadores de los dos equipos se quedaron sobre el césped, a la espera de noticias. De repente, el marcador electrónico anunció: Campeones, Txapeldunak, pero se equivocaba. El partido de Valencia aún no había terminado. Un minuto después sí, y el campo fue un clamor. Sobre el césped estaba Iribar, que entrenaba al filial. Era uno de los más contentos. Los demás también, claro. Bajé de la grada en una nube. Tenía aparcado mi 850 frente a la Misericordia. Saqué una camiseta del Athletic que tenía en el asiento de atrás y me lo puse. Para entonces, los coches que subían y bajaban por Sabino Arana atronaban con las bocinas. Fue espectacular. La gente salía a manadas de los portales. los autobuses de línea también se unían a la fiesta. El tráfico se colapsó. Mi paseo hasta el Casco Viejo fue a bordo de una nube. En la parte vieja, aún no arrasada por la inundación, sólo podía sumergirme en la muchedumbre. Y gritar. Como todos".

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