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El "hat trick" de Zubiaga


Aquel ambiente de San Mamés también asustaba. Como el de ahora.Recuerden a Miguel González, Michel, en la previa del partido del Real Madrid contra el Liverpool. «¿Anfield? Los que dicen eso, que vayan a San Mamés y escuchen cuando cantan el himno.Eso sí que es ambiente». Michel jugó muchas batallas en la Catedral, a favor y en contra. Como Butragueño, o Di Stéfano, o Gento, o Grosso, o Juanito, que la última vez que pisó el césped bilbaino como futbolista salió en medio de una ovación. Y se emocionó. Él, que tantas broncas había recibido y había provocado.

En 1970 también había ambiente, sí que lo había, con aquella General de pie en la calle Luis Briñas, cubierta parcialmente por la nueva tribuna este alta. En aquel escenario, la voz de Rompecascos se amplificaba para que la abarrotada gradería respondiera con el preceptivo «¡Eup!» a su grito de «¡Athleeeeetic!».

Era una General de paraguas, gabardinas de El Búfalo y humo, mucho humo. Una nube espesa que se levantaba en cada partido de campanillas. Como el del Madrid, el partido de Félix Zubiaga, en la vigesimoprimera jornada.

Fue su partido, sin duda. Aquel día se consagró con un hat trick, que por aquel entonces nadie sabía lo que era, tal vez sólo el hombre que miraba aquel equipo asombrado desde el banquillo, Ronnie Allen. Tres goles, tres, en su cuenta particular. Bastantes para un centrocampista defensivo nacido en Arrancudiaga que en todos sus años como jugador del Athletic consiguió 22.

Tres goles, tres, todos en la segunda parte, después de que Junquera, aquel portero altísimo, con bigote, dejara su puesto en el descanso a Miguel Ángel, que aún no lo lucía sobre el labio superior.Para entonces el Athletic, aún Atlético por la gracia del generalísimo, ya ganaba después del remate de cabeza, otro más, de Fidel Uriarte, corazón de león, la clase y la furia en un mismo futbolista.

Qué tarde aquella, bajo el sirimiri, sobre el barrillo de San Mamés, aunque Miguel Muñoz, el entrenador madridista, no encontrara excusas después. «Ya nos gustaría jugar todos los domingos en un campo así». Qué tarde, una de las que pasó a la historia del club con mayúsculas en el encabezamiento. Como aquel 12-1 al Barcelona de los años treinta, o el 5-3 al Manchester United en la Copa de Europa.

Todo seguidor rojiblanco de cierta edad asegura que estuvo allí, en San Mamés bajo la nieve aquel día de febrero con el Manchester.Y luego, también, en la goleada al Real Madrid, repetida una y otra vez en la película de blanco y negro en el Estudio Estadio de la única televisión de España, que trataba de darle sentido a la escabechina madridista. Como el martes, después del partido de Anfield.

Las referencias recientes son más escasas. Todo bilbaíno de mediana edad dice haber estado en el Bernabéu en la final frente al Barcelona, pero en ese caso es verdad. Absoluta. También, más cerca, en el glorioso 1-7 de Lieja frente a Standard.

El partido de Zubiaga lo jugaron por el Athletic Iribar, Saez, Echebarria, Aranguren, Igartua, Larrauri, Betzuen, Zubiaga, Arieta, Uriarte y Rojo. una alineación que con ligeras variaciones, casi se convierte en leyenda. Aquel año, el Athletic perdió la Liga por un punto, frente al Atlético.

Cuando llegó el Real Madrid a San Mamés, el equipo de Ronnie Allen era líder, con 20 partidos jugados, 11 ganados, 6 empatados y 3 perdidos. Tenía los mismos puntos (28), que el Atlético de Madrid, y uno más que el Real Madrid. El cuarto era la Real Sociedad, a cinco de diferencia. El Barcelona tenía 22 y se movía en la zona media. El colista era el Pontevedra, con sólo 6 puntos, casi descendido ya.

Nadie esperaba una exhibición igual. Ese mismo día, el Atlético también marcó cinco goles, pero al Granada. Lo del Athletic era diferente. Se enfrentaba al favorito para ganar la Liga, en el que se alineaban futbolistas como Junquera, Benito, De Felipe, Zunzunegui, Pirri, Zoco, Fleitas, Amancio, Grosso, Velazquez y Bueno. En aquellos tiempos se habían cerrado las fronteras a los jugadores extranjeros y en el plantel madridista el nombre más exótico era el del paraguayo Fleitas, nacionalizado español.

Fue una fiesta, de principio a fin, aunque al Athletic le costó arrancar y el Madrid tuvo sus oportunidades. Pero Fidel Uriarte cazó su segunda opción, después de fallar un pase de Rojo, y superó a Junquera de cabeza.

Luego el portero madridista se marchó lesionado y a Miguel Ángel le cayeron cuatro. Uno de Igartua, tres de Zubiaga, el jugador del partido, «a quienes los madridistas no pudieron parar», como rezaban las eufóricas crónicas de la prensa bilbaina. Fue un día grande para el Athletic, negro para el Madrid, que ni siquiera supo aprovechar un penalti dudoso, que Amancio, un especialista, lanzó fuera de la portería de Iribar.

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